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¿Por qué volvería a elegir Medicina Familiar y Comunitaria en Pino Montano B?




¡Hola a todos! Mi nombre es Ismael y soy residente de MFyC en el Distrito Sevilla. El día de la elección de centro de salud no puedo decir que las tuviera todas conmigo: era el penúltimo en elegir (con veinticuatro compañeros delante, que se dice pronto). No considero que haya centros buenos o malos, pero la realidad es que cada uno es diferente. Yo personalmente, buscaba un centro donde pudiera afrontar todo tipo de situaciones y patologías y con una población diversa a la que atender. La población afluente al CS Pino B es en general de clase media, trabajadores, humildes, a veces con pocos recursos y con gran variedad de problemas de salud. Además, nuestro centro también cubre la zona de “El vacie”, para quien no lo conozca, es el asentamiento chabolista más antiguo de Europa, al que se realizan desde atención primaria visitas con determinada periodicidad, explorando así la parte más “comunitaria” de la especialidad. Sin duda, Pino Montano B cumplía el perfil que yo andaba buscando y tuve la suerte de poder elegirlo.


Si yo pudiera destacar tres factores para haceros entender porque me siento tan a gusto como residente en mi centro de salud, para mí serían los siguientes:


Primero, el equipo de Pino: desde nuestra directora, médic@s, enfermería, auxiliares, administración, trabajadora social y limpiadoras. En un momento de crisis mundial, los residentes de esta promoción dimos un giro de 180º a nuestras vidas, experimentando cambios importantes y empezando de cero una etapa, lo cual siempre da un poco de vértigo. Sin embargo, desde el primer día, y a pesar de llevar mascarilla, intuía sonrisas y gestos de cariño en cada un@ de ell@s, me han guiado en todo mi proceso de adaptación y me han enseñado el funcionamiento del centro. En definitiva, me han hecho sentir incluido y parte del equipo en todo momento.


Otro factor fundamental es el CoR que tengo, Pablo; creo que difícilmente hubiera podido coincidir con un compañero mejor. Pablo es un tío llano, cercano, muy de Zaragoza (y esto lo digo como algo bueno), apasionado de los viajes, de las cosas sencillas de la vida y absolutamente siempre dispuesto a ayudarte en todo lo que necesites. No hay ningún tipo de competitividad entre nosotros, al revés, siempre una mano tendida y eso para mí ha sido esencial.


Por último, pero no menos importante, está Marta, mi tutora. Marta también decidió estrenarse como tutora en plena pandemia. A veces me dice: “¡Vaya desastre de tutora tienes!”; nada más lejos de la realidad. No hace falta poner mucha atención para percibir el cariño y la implicación con la que atiende a sus pacientes. Y el cariño que le devuelven. A veces se emociona con ellos, otras se ofusca, se bloquea, se ilusiona y esto lo repite una y otra vez. Pero es gracias a ella que estoy dándome cuenta del tipo de médico que quiero ser, ojalá mínimamente parecido a ella: siempre con los pies en la tierra, buena profesional, actualizada, gran compañera, empática y también, por qué no decirlo, muy divertida.


A ratos me doy cuenta de que vive en un tira y afloja entre la pasión que siente por su trabajo y el sentir, a veces, que la alta carga asistencial o la falta de recursos te permiten proporcionar la mejor calidad a tus pacientes, pero eso no le impide dar lo mejor de ella tanto como médico y como tutora.


Para finalizar, y como mensaje a futuros residentes, os animo a que encontréis por vosotros mismos los pilares sobre los que sosteneros durante vuestra residencia y que os ayuden a convertiros en grandes profesionales de Medicina Familiar y Comunitaria. ¡Nos vemos pronto!


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