El sentido de la Medicina de Familia
A veces uno elige la especialidad MIR sin tener muy claro si ha hecho lo correcto o no, pues, al fin y al cabo, elegimos un poco a ciegas guiándonos por lo que hemos visto durante los 6 años de carrera, aunque cuando empiezas la Residencia te das cuenta que esta etapa es muy diferente a la de estudiante.
Pues bien, en este post me gustaría hablaros del sentido que ha cobrado para mí mi especialidad, Medicina Familiar y Comunitaria, y aunque podría ponerle muchos adjetivos o nombres me gustaría centrarme en uno, y este es Ana.
Ana es una paciente, una paciente especial. Desde el primer día que la vi me di cuenta que aprendería mucho de ella, con sus 73 años, sus labios siempre pintados de rojo y su alegría me llamó la atención desde el primer minuto que entró en la consulta, pero el día que conocí su historia lo entendí todo.
Ana fue a ver a mi tutor como muchas otras veces había hecho, pero este día el Doctor la vio más decaída y más delgada que de costumbre. Aunque ella no se quejara y solo fuese a renovar sus medicinas le reconoció que no se encontraba bien desde hacía algún tiempo y esto no le dejó tranquilo. Solicitar una analítica en la que hay un poco de anemia, pocas ganas de comer, “no me sienta nada bien en el estómago”, la preocupación de un médico por su paciente a la que llamaba casi a diario si no iba a consulta porque sabía que Ana no estaba siendo como ella era. En definitiva, todo un protocolo de pruebas hasta que finalmente llegó un diagnostico que cuanto menos preocupaba a todos, carcinoma gástrico. Aunque ella misma reconoce que en cierto momento sintió miedo, mucho miedo, el apoyo de su familia y de, como ella le llama, “su médico” hicieron que después de ser tratada Ana recuperara la fuerza y las ganas.
Dos años después yo conocí a Ana, me contó su historia con una gran sonrisa y visiblemente emocionada al decir que está aquí gracias a que su médico se preocupó por ella en todo momento y durante todo el proceso, por eso, he decidido hacerle una pequeña entrevista.
- Buenos días Ana, ¿cómo te encuentras?
-Pues muy bien hija, como siempre, ¿cómo me voy a encontrar con lo bien que me tratáis aquí siempre Don José y tú? - Responde Ana son su gran sonrisa, y por supuesto, sus labios pintados de rojo.
-¿Desde cuándo Don José en su médico?
-Desde que llegó a este Centro de Salud hace uno 8-9 años. Mi médico se fue y me pusieron con él y la verdad es que no he podido tener más suerte, no solo por él si no por cada uno de los jóvenes que habéis aprendido con Don José, todos muy buenos médicos y por supuesto buenas personas, eso se nota.
- ¿Cómo le ayudó el Doctor durante su enfermedad?
-La verdad, es que he tenido mucha suerte con todos los médicos y sanitarios que me han atendido, todos unos grandes profesionales. Pero yo siempre lo digo, mi médico es mi médico, él se preocupó por llamarme a casa todos los días y venir a verme cuando lo necesitaba. Fue un gran apoyo para toda la familia, le queremos mucho.
- ¿Ha cambiado usted en algo desde lo que le sucedió?
-Yo siempre he sido una persona positiva, o al menos eso dice mi familia, pero desde que estuve tan malita solo doy gracias por lo que tengo y por disfrutar de mis seres queridos cada día porque no hay cosa más importante que esa.
Esta es la historia de Ana, esa mujer que siempre sonríe y que no me soltó de la mano en ningún momento durante la entrevista, porque ella es amabilidad y agradecimiento. Ni ella misma sabe el alcance que pueden tener historias como la suya y sobre todo personas como ella, te hacen darte cuenta que a pesar todo este trabajo si tiene sentido.
Gracias Ana.