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Mi montaña rusa durante estos meses

Todo comenzó aquel día 14 de mayo en el que nos embarcábamos mi novio Enrique y yo hacia Madrid, no teníamos ni un duro después del viaje fin de MIR que nos habíamos recorrido media Europa central, por lo que decidimos hacer Blablacar. Uno de los usuarios era una protectora de animales que nos preguntaba si podíamos subir 5 cachorritos, y dijimos que si como dos locos. Somos dos amantes de los animales, el viaje comenzaba bien. Al llegar nos esperaba Sergio, amigo mío de la infancia que hemos compartido sufrimientos, primero bachiller, segundo la Selectividad, después cada año de Medicina y por último una de las peores etapas de mi vida, el MIR.


Soy una persona un poco ansiosa por no decir bastante, y un poco insegura, por lo que el MIR es el momento perfecto para brotar. Por suerte he tenido el apoyo de ellos.


Pero retomando la historia, cuando llegamos a Madrid estábamos atacados todos sabíamos todo lo que habíamos sufrido esta etapa y todo lo que ansiábamos esa plaza. No me lo creía que pudiera optar después de aquel examen tan catastrófico. Nos tiramos hablando toda la noche llevábamos mucho tiempo sin estar juntos. La nueva relación de Sergio y su graduación del Master, nuestro viaje y cual sería la localización de mi plaza. No me esperaba ni de lejos que pudiera entrar en Sevilla. Nuestros planteamientos parecían un remake de las vidas posibles de Mr. Nobody.


Llegó el día de la elección y no sé como se llegaron a alinear los astros para que quedaran varias plazas del Hospital San Juan de Dios de Aljarafe. Tenia muy seguro que quería un hospital comarcal, ante todo por la enseñanza que te puede ofrecer un hospital pequeño en comparación a uno más grande. Sueles ser un único resiente en cada especialidad y eso me llamaba mucho la atención.


Cuando estás en la sala de elección te das cuenta que el tiempo pasa volando que todo lo que te parecía tan lejano en el MIR ha llegado, el orgullo es brutal. Me llamaron por mis apellidos que es lo que más felicidad me puede dar, subí al estrado y elegí mi plaza mientras me caían dos lagrimones. Todo el esfuerzo había valido la pena. Puede ser muy melodramático, pero así soy yo.


sa semana en Madrid fue mágica, fue la única semana de los 4 meses de vacaciones que me sentí libre de verdad. Siempre tenia ahí el requemor… ¿entraré? ¿No entrare? ¿Sevilla? ¿Huelva? ¿Osuna?

Lo que siempre he tenido claro es que quería familia y así lo hice.


La residencia comenzó el 27 de Mayo, los primeros días se trataron para conocer los centros de salud. La elección se realiza por orden de plaza Mir, por lo que yo elegía la penúltima. Mi suerte es que a primera vista todos me parecían fantásticos, Castilleja me gustó mucho, Bormujos y Gines también. Pero tampoco me agobié mucho con el tema al saber mi posición. Cuando llegó el día me tocó Bormujos.


De repente me di cuenta que habían pasado dos semanas y ya estaba súper integrada en el centro de salud. Poco a poco noté que mi adaptación se debía al interés por mis compañeros de crear un entorno de trabajo ideal. Las risas y el buen ambiente están en mi día a día. El desayuno es uno de los mejores momentos, el no tener un bar cerca no es un problema tenemos una sala de juntas-cafetería, donde nos hacemos nuestras tostadas y nuestro cafelito, y en el que coincidimos varios compañeros. Es un placer compatir un rato con ellos.


Las instalaciones son nuevas; resulta muy cómodo aprender en ellas y verdaderamente acompañan a estar motivada. He tenido la oportunidad de rotar por cada servicio que te ofrece el centro de salud: extracciones, citologías, vacunas, curas, cirugía menor, espirometría…


Los recursos son suficientes y si estas motivado puedes descubrir nuevas áreas de tu gusto, por ejemplo, me apasiona cirugía menor. El único problema, las guardias que me han conocido con muchos días de cirugía. Hacemos crioterapia, electrobisturí, cauterio. Ya soy capaz de poder diferenciar cada tipo de lesión y ponerle nombre, algo que al principio me parecía un mundo.


Otra de las cosas que me encantan y que creo que realizo bastante bien son las infiltraciones, tengo la suerte que mi tutora Cristina Lopez Muñoz es la que mayor volumen de infiltraciones hace ya que la mayoría de adjuntos no hacen. Me demuestra que confía en mi dejándome hacer diferentes técnicas: rodillas, fascitis plantares, patas de ganso, epicondilitis…


Con todo esto he notado que lo manual me ilusiona bastante, y es cierto que en mi centro de salud te dan opción a hacer de todo.


Otro de los puntos claves de estos seis meses son las famosas guardias, principalmente las de hospital en las que aun sigo sin controlar mucho la ansiedad precipitatoria. Es difícil pasar de 0 a 100 en responsabilidades y controlar las emociones. Soy una persona que me recuerdo muy bien casos y es difícil no irte a casa y no pensar en ellos, además del miedo por el exceso de horas que claramente reducen mi rendimiento médico repercutiendo en mi calidad asistencial. A pesar de ello por mucha presión que sintamos en esos momentos, no se me olvida que merece la pena, y que realmente es lo que quiero hacer.


Las guardias del DCCU en primero son muy tranquilas nunca estás solo, enfermeros y médicos están más en contacto. A mí me gusta ponerme con enfermería y practicar intramusculares, curas de heridas, hacer EKG, coser.


La guardia se hace mucho más amena coincido con compañeros del centro de salud y conozco nuevos, gente más joven más mayor, te permite ver diferentes puntos de vista de la Medicina. Adquieres muchos conocimientos y también aprendes a saber qué no quieres hacer y motivarte a nunca estancarte.


Conoces a muchos médicos ilusionados y otras cansados de la situación, la educación sanitaria es realmente escasa, y el concepto de urgencias se ha visto debilitado. No acuden a su MAP, por costumbre, por trabajo, por mal entendimiento con su médico o por falta de médicos. Sea como sea todo ello satura el sistema y se ve reflejado en algunos compañeros, pero me impulsa a que no sea una carga que me pueda llegar a cansar y a educar desde la consulta, siempre de forma educada y de la forma más amable que puedo.


Por otra parte con el DCCU hacemos avisos, suelen ser niveles de 2 a 5. También tenemos niveles 1 pero siempre de la mano del 061. Los avisos te hacen ver en conjunto al paciente, viendo su familia, su alrededor. Comprendes más o menos cómo es su estilo de vida. He tenido que asistir accidentes de tráfico, infartos, ictus, muchas disneas…


Fue ahí donde me percaté que lo que me gustaría hacer en un futuro más cercano son las urgencias extrahospitalarias, tendiendo más a las de niveles con mayor prioridad, de la mano del 061.


El resumen de mis seis meses va a ser siempre positivo puesto que estoy consiguiendo los objetivos que me voy proponiendo, cada vez me siento más segura y mas adaptada al sistema sanitario.


En enero comenzó otra etapa nueva, comenzamos las rotaciones hospitalarias, y tengo claro que me alegraré una vez más del porqué he elegido un hospital comarcal por su enseñanza mas individual. La vivo con ilusión.

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