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Con “M” de Morisca


Tras una estancia de cuatro meses en el Centro de Salud de La Puebla de Cazalla, puedo considerarme morisca. Me han integrado desde un primer momento como si de una más se tratase, sin importarles la base de conocimientos de la que partía y volcándose en que diariamente sea un poco mejor.

La mayoría de los residentes, en los que me incluyo, nos centramos a aprender a diagnosticar y tratar a los pacientes, olvidándonos de la parte más relevante, la calidad humana. Y es que una de las herramientas más potentes en Medicina de Familia es el vínculo existente entre médico y enfermero en las que se tiene muy en cuenta este aspecto.

Personalmente, estoy teniendo la suerte de poder vivirlo en primera persona. Mi tutora, María Paz Becerra trabaja codo a codo con su enfermera, Margarita Romero. Ella divide fundamentalmente su atención a los pacientes en domicilio y consulta.

En cuanto a la atención domiciliaria, la enfermera controla los cambios en las constantes: tensión arterial, glucemias. Revisa si tienen edemas de repetición o de novo, si presenta signos de infección para prescribir antibiótico de forma precoz, úlceras (movilizaciones y cambios posturales y se facilitan protecciones), miembros inferiores (signos de isquemia) disuria, fiebre, ruidos respiratorios, disnea, cianosis, ritmo intestinal y alimentación. La medicación se supervisa para comprobar si la prescripción se sigue satisfactoriamente.

Por otra parte, en la consulta, la enfermera realiza seguimientos en pacientes con enfermedades crónicas como son la hipertensión arterial (cifras tensionales, electrocardiogramas de control), diabetes (dietas, revisión de pautas de insulina), artrosis (valoración mediante escalas para prescripción de material que facilite la deambulación), entre otros.

Ella informa a mi tutora del seguimiento de los pacientes, y los casos más complicados lo supervisan ambas para llegar a un acuerdo y proponer un objetivo tanto a corto como a largo plazo. Muy importante esta ayuda en los pacientes oncológicos, en los que el círculo familiar tira la toalla y realmente siempre hay algo que hacer, mucho que escuchar y una infinidad de llamadas a paliativos para lograr un control de síntomas de últimos días junto al seguimiento domiciliario. Es así como se valora la integración del paciente teniendo en cuenta no solo su enfermedad, sino una valoración global e intervención biopsicosocial.

Para terminar, mencionar a Amparo Barrera, la anterior enfermera de mi tutora, ya que se ha jubilado. En ocasiones nos visita, comenta sus anécdotas a lo largo de su trayectoria que nos sirven para reflexionar sobre nuestros incidentes, reforzando así este vínculo médico enfermero.

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