Conocer y entender a los pacientes

En primer lugar, una presentación:
Me llamo Inmaculada Godoy, nací en Granada, y allí viví durante mi niñez y mi época como estudiante de medicina, hasta que fui a vivir a Sevilla para hacer la especialidad de MFyC.
¿Por qué decidiste estudiar Medicina?
Elegí estudiar medicina por pura vocación, era el hecho de ayudar al prójimo lo que me llamaba la atención, y pensé que mediante este trabajo, era una buena manera de llevarlo a cabo. Desde pequeña lo tenía claro.
¿Tenías claro que querías hace MFYC?
Durante la carrera, fui alumna interna de varias asignaturas, estuve varios años en Psiquiatría, y aunque me gustaba, decidí que no quería dedicarme a ello. Lo que más me llamaba la atención durante los primeros años fue la investigación, todo lo relacionado con el laboratorio y los análisis clínicos. Fue ya durante los últimos años de carrera, cuando me di cuenta de que prefería renunciar a ello y dedicarme al contacto con el paciente, pensé que quería dedicarme a la Medicina familiar o la Pediatría.
¿Por qué lo elegiste? ¿Te arrepientes de la elección?
Hice el MIR en aquella época en la que había poco más de mil plazas y se presentaban una media de 20.000 médicos al examen. Una vez que tenía claro que quería dedicarme a una especialidad médica, en concreto pediatría o Medicina de Familia, busqué la mejor opción a mi parecer, entre las que se me ofertaban. Por ello decidí venir a Sevilla y comencé la especialidad.
No me arrepiento, de hecho, no me imaginaría trabajando en otra especialidad.
¿Qué es lo que más te gusta de la especialidad? ¿Y lo que menos?
Para mí la Medicina de Familia es conocer y entender a los pacientes para ayudarles en sus patologías, enfermedades y dolencias, es la pérdida del anonimato para llegar a una atención integral. Los pacientes suelen estar muy agradecidos por el trabajo que hacemos, y resulta muy gratificante aportar un grano de arena para ayudar al prójimo usando lo que esté en nuestra mano.
Lo que no me gusta son las exigencias administrativas y la burocracia a la que nuestra profesión está sometida, en lugar de pacientes se habla de números, estudios y objetivos que debemos cumplir, sin tener en cuenta que son personas lo que tenemos delante.