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Altares en la consulta


La Dra. Carmen Redondo trabaja en el CS La Candelaria después de haber estudiado medicina en La universidad de Sevilla. Todos los días llega media hora antes a consulta. Se pone su bata, la decora con una insignia de 25 años de profesión y prepara su altar delante del ordenador: el estuche de las gafas abierto con un movil Nokia del año 2000, un reloj de pulsera y la gamusa de sus lentes.

¿Por qué tienes ese altar en consulta? - No sé, siempre lo he preparado así. Si yo paso la consulta, ¿me lo dejas a mi también? - ¡Por supuesto que no! Va donde yo vaya. ¿Y ese móvil? ¿No prefieres uno en que puedas usar Whatsupp? - Me gusta mi móvil. Creo que esa aplicación frena otras fuentes de comunicación más directas, la gente camina con la cabeza gacha mirando la pantalla. Además, no me gusta la falta de privacidad. Si alguien quiere algo que me envíe un sms o me llame. Aún así, no estoy en contra de la tecnología, es más, fui pionera en utilizar los ordenadores en los 90. Trabajé como administrativa antes de decidir estudiar medicina. Allí aprendí mecanografía e informática. ¿Y eso? ¿Tu primera opción no era la carrera de medicina? - No lo hice directamente tras salir del instituto pero siempre fue lo que quise y lo conseguí. Trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. Mi objetivo era ser médico de familia o internista. Y acabé aquí, en Candelaria. Yo fui de los primeros médicos que llegaron al centro de salud, lo levantamos y desarrollamos las actividades que se ejercen.

¿Por qué querías medicina de familia? Si no existiera esta profesión, ¿A qué te gustaría dedicarte?

- Algo relacionado supongo... científica o en un departamento de investigación. Que pueda ser útil para los enfermos, por eso elegí familia. Además no me gusta estar regida por las limitaciones de una especialidad en concreto. Yo quería ser médico, el verdadero médico que conoce al paciente en su entorno y circunstancias y esta especialidad es lo más parecido. Además, no quería trabajar en el hospital, el seguimiento del paciente no es tan eficaz. En cambio, en el centro de salud acompañas al paciente en su barrio, en su modo de vida. Una de las cosas que más me ha sorprendido es cómo ha cambiado la población desde que comencé a trabajar aquí y esa evolución e historia la comparto con mi cupo, lo comprendo porque lo he vivido con ellos.

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