Gracias - Palabras despedida Pilar Bohórquez Colombo
Después de casi tres años que aterricé en la Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria de Sevilla es el momento de despedirme como Jefa de Estudios. Han sido tres años ilusionantes y motivadores en los que como resumen sólo puedo decir GRACIAS.
Cuando miro hacia atrás y me sitúo en mi etapa de residente de medicina de familia en esta Unidad Docente no hubo ningún momento que pensara que este destino sería un sitio para mí. Los que me conocéis desde aquellos momentos, sabéis que desde que conocí la Medicina de Familia como especialidad y la Atención Primaria como ámbito de trabajo, me enamoré de esta forma de ejercer la medicina. De aquellos años en el Centro de Salud de Camas y en el Hospital Macarena recuerdo sueños de ejercer como Médica de Familia y sobre todo de disfrutar con el trabajo en el Centro de Salud, estaba en un gran equipo que supieron extraer lo mejor de mí, y al que siempre estaré agradecida. Soñaba que algún día sería referente de un cupo de pacientes a los que poder atender. Y además aprendía al lado de un equipo formidable que investigar es parte fundamental del trabajo para el Médico de Familia, y que esa mirada crítica e inquieta que nos ofrece la investigación clínica nos hace ser mejores médicos.
Después de terminar la residencia la realidad se impuso, y aunque pude disfrutar de mi sueño durante algún tiempo, tuve que volar a otros destinos donde ejercí de médica del dispositivo de apoyo. Lora del Rio, Alcolea del Río, La Puebla de los Infantes, La Campana, El Priorato, Carmona, Guadajoz, Guillena, Las Pajanosas, Gerena, Torre de la Reina, El Garrobo, El Madroño, El Ronquillo, El Castillo de las Guardas, Santa Olalla, Cala… fueron lugares donde continúe formándome como profesional. En aquellos pueblos descubrí la cantidad de profesionales sanitarios que hacen posible que nuestros pacientes se sientan bien atendidos y acompañados en sus procesos de enfermar. Todos y cada uno de estos destinos fueron un continuo impulso para continuar.
En mayo de 2015, embarazada de 32 semanas de mi segundo hijo, recibí una inesperada llamada de una compañera, gran profesional de la Medicina de Familia, proponiéndome que me presentara a un puesto de técnico que saldría en la Unidad Docente. En ese momento pensé … por qué a mí. Llevaba años desvinculada de centros docentes, sólo veía a los residentes de forma puntual cuando venían a Carmona o a Guillena a hacer alguna guardia. La verdad es que nunca pensé que éste podría ser un destino para mí. Dejar la atención sanitaria…con lo que me gustaba… Pero empecé a pensar. Eran noches de insomnio, el final de un embarazo ayudaba a replantearte muchas cosas. Al final y después de valorar muchos factores accedí a presentarme. Y así el 9 de diciembre de 2015 me incorporé a esta Unidad.
Cuando llegué eran momentos de cambios e incertidumbres para las personas que trabajaban aquí. Se incorporaba una persona nueva al equipo después de años de estabilidad. Nos tuvimos que adaptar todos, pero mirando atrás sólo puedo valorar la acogida por la gran mayoría del personal de la unidad, los tutores y los residentes de aquel momento. Otros, como también era de esperar, tuvieron sus dudas, pero puedo decir que muchos de ellos a día de hoy me han expresado su estima. Han sido tres años en lo personal y lo profesional de crecimiento exponencial. Han sido tres años con un equipo excepcional.
Cuando me incorporé a este puesto de Jefatura de Estudios en enero de 2016 hice un pacto conmigo misma que el periodo de estancia sería entre 5 y 8 años siempre y cuando contara con el apoyo de los Gerentes de los Distritos de Atención Primaria y Áreas de Gestión Sanitarias donde se forman los residentes. No he podido cumplir con mi propuesta, pero allá donde vaya a lo largo de mi carrera profesional siempre tendré presente que la formación MIR es tarea fundamental de los sanitarios, y que la formación de futuros profesionales es inherente a nuestro trabajo diario. Que de todos depende que formemos grandes profesionales.
De estos años me llevo tanto que sería muy difícil resumir. La alegría de un equipo bien estructurado de gran calidad humana con el que he tenido la suerte de trabajar codo con codo cada día. La profesionalidad y el buen hacer de tantos tutores que siguen creyendo que enseñar a nuevas generaciones es el futuro de la profesión. La espontaneidad, la ilusión, el arrojo y la rebeldía de los residentes. El trabajo bien hecho de coordinadores de zonas y tutores hospitalarios, sin los que sería difícil coordinar la docencia de los 230 MIR que actualmente se forman en nuestra provincia. El apoyo y cariño de los gerentes y directores de salud de los DSAP y AGS de los que depende la Unidad. La labor desinteresada de tantos docentes que acuden a nuestra llamada a dar cursos de formación para tutores y residentes. El trabajo de tantos colaboradores docentes sin los cuales la formación no tendría la calidad de la que hoy podemos presumir. El afecto de los compañeros del DSAP Sevilla que hacen que cada mañana sea una oportunidad para seguir creciendo.
Ahora comienzo una nueva etapa. La dirección del centro de salud Esperanza Macarena en el DSAP Sevilla. Un centro de salud docente con un potencial extraordinario. Como todo comienzo está lleno de incertidumbres, pero me voy llena de ilusión. No puedo evitar sentir tristeza por dejar de formar parte de este equipo humano, pero espero encontrar uno igual allá donde vaya. Vuelvo a mi ámbito favorito de trabajo. La atención sanitaria como médico de familia en atención primaria. Espero estar a la altura del equipo humano donde voy a trabajar los próximos años.
Y para terminar y en señal de agradecimiento que siento al escribir estas palabras de fin de etapa comparto con vosotros un poema de Pedro Casadáliga.
Al final del camino me dirán:
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
Abriré el corazón lleno de nombres.
Gracias a todos por formar parte de mi corazón con vuestros nombres.